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viernes, 24 de junio de 2011

microAhora que lo pienso... pies para qué os quiero.

Los pies son la prueba definitiva de la evolución de las especies... o de un Dios más 'flojo' que Carmen Lomana currando de albañil.

Eso no lo puede haber inventado alguien con dos dedos de frente (me refiero a los pies, aunque a la Lomana habría que estudiarla).
¿Qué acabado es ese? ¿Cómo llaman dedos a eso? Y luego, ¿quién dijo que lo que hay debajo es un puente? Puente es lo de San Francisco, o no currar el lunes si el martes es fiesta (y si tienes curro, claro).

Y es que los pies está diseñados para hacernos sufrir. ¿Cómo podemos golpearnos tantas veces en algo tan minúsculo como el dedo meñique? Yo he dejado de hacer la cama sólo para no darme más hostias ahí.
¿Y el 'huesito' del tobillo? Sí, el que va por dentro. Ahí también toca de cuando en cuando quedarse saltando del dolor.

Siguen los problemas: los pies, los de algun@s, huelen. Vale, puede ser un tema de probabilidad pero ¡es que todos huelen mal! ¿Por qué a nadie le huelen bien?

Eso está mal diseñado. En serio, cuando empiezas a caminar necesitas ortopedia porque si no se 'van para adentro'. El dedo meñique tiende a hacerse más pequeño, a desaparecer... ¿Para qué me pones piezas si después me las quitas?

Los pies sirven para poco: sirven para que Manolo Blahnik se forre, para que los de Neutrógena se forren... pero, últimamente, sirven sobre todo para que un montón de gente les haga fotos y nos obligue a verlas.

Recuerda, casi no me interesa dónde te vas de vacaciones (envidia porque este año no tendré)... Imagina lo que me preocupa dónde han estado tus pies.

Good news! No es obligatorio.

He hecho algunas averiguaciones y, tranquil@s, no es obligatorio sacarse fotos de los pies compulsivamente.

Y es que últimamente se ve tanto que pensé que era más una ley que una moda: pies junto a los carteles o monumentos famosos de las ciudades que visitas, pies mirando al sol, pies en el 15-M...


Por qué les ha dado por eso no lo sabré nunca. La buena noticia es que algunas personas, consideradas ellas, se han sumado a esta moda, ahorrándonos así el castigo de tener que ver su caretos que son, en muchos casos, más feos que sus pies.


Al final será cierto que hay un Dios.

Oh, Capitán, mi Capitán! Protagonismo inesperado.

Los pies somos como Falete y Rappel en una playa nudista: nadie nos mira. Durante la existencia del ser humano ha sido duro ser esa parte de su anatomía. No nos prestaba atención, no inventó la suela hasta mucho después de haber inventado cosas menos prácticas como la religión.

Poco a poco se dio cuenta de que incluso perdía batallas por no cuidar sus pies y decidió inventar la figura del podólogo, una de las profesiones menos satisfactorias después de la de mamporrero y deshollinador (si no eres el de Mary Poppins).


El calzado comenzó a ser importante, la pedicura se convirtió en un negocio a pesar de expresiones técnicas erróneas (desde nuestro punto de vista) tipo: 'te voy a hacer los pies'. ¿Hacérmelos? ¿Qué pasa, que no tengo? No me asustes.


En fin, todo esto ha desembocado en una cierta veneración al mundo podal: la comentada pedicura, la reflexología podal y, sobre todo, la incipiente -o no tanto- moda de fotografiarnos en cada lugar con cierto interés que pisamos.


Por nuestra parte nos alegramos de tener cierta consideración aunque en las webs porno nunca apareceremos en portada... ¿o sí?