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lunes, 25 de julio de 2011

¡Oh, Capitán, mi Capitán! La razón me asiste.

Si alguien sigue leyendo después del título, tendré tiempo de puntualizar que no voy a hablar del periódico, no me gusta la literatura de ciencia ficción.


Al contrario, quiero hablar de 'certezas en función de cada punto de vista'. Lo sé, es un contrasentido pero, a estas alturas, qué no lo es.


Todos creemos en incontables ocasiones tener la razón. Otras veces, las menos, aceptamos no estar en posesión de la verdad y admitimos opiniones ajenas, llegando -tal vez- a hacerlas nuestras o a conformar con sus datos y los nuestros, una opinión propia.


Hasta ahí todo normal. Lo malo es cuando creemos tener la razón sobre sentimientos o intenciones de otras personas, pasándonos por el forro lo que nos han dicho, es decir, llamándolos mentirosos. Claro que la gente miente y debemos aprender a no creer todo lo que nos cuenta pero, si se trata de 'sus cosas', sus intenciones, sus motivaciones, su voluntad... ¿para qué les pedimos opinión si no pensamos creerles? ¿Para pillarlos en una trampa producto de nuestra superior inteligencia?


Si tu respuesta es sí, te felicito. Has conseguido la autosuficiencia, no necesitas a los demás. Con tu pan te lo comas, 'cinturón negro de saber lo que pasa'. He estado en ese lado, sé de lo que hablo.


No quiero que se confunda esto con 'pensar por los demás'. Son cosas distintas: esto último es lo que se hace cuando evitamos preguntar (por no estar disponible la persona o porque, simplemente, nos resulta más cómodo). Lo anterior, lo de llamar mentiroso a alguien que habla sobre sí mismo, es peor... es triste.


Tengo la mala costumbre de creer a los demás... sólo por comodidad. Allá ell@s si construyen una relación conmigo basada en la mentira.


Lo peor de dejar o pedir que alguien se explique y no creerle es que consideras que tu tiempo y tus necesidades son más importantes que las suyas y eso nunca es cierto.


Si quieres tener la razón porque sueles tenerla, porque suelen dártela, porque -de nuevo- es más cómodo, te sugiero la opción pensar por la otra persona: móntate tu película, saca conclusiones y, para finalizar, toma maduras decisiones.


Eso sí, espero que tener tanta razón (cuantitativa y cualitativamente) te facilite ser capaz de asumir las consecuencias.


Plantéate una cosa: ahora que tienes la razón ¿de qué te sirve?