Hace un tiempo una amiga me invitó a acompañarla a un concierto de la OST (Orquesta Sinfónica de Tenerife). No me preguntes por el programa. Fui incapaz de retener dato alguno sobre la música. Me impactó lo que me rodeaba. No, el teatro no... me sobrecogió la cantidad de animales muertos enroscados en el cuello de señoras con tanta laca en el pelo que si se la pusieran en la cara podrían tensar de nuevo su piel.
Y es que van a eso a la temporada de la Sinfónica. A dejarse ver. Si fuera Elsa Pataki todavía... pero ni por esas. Se compran (o sus maridos porque supongo que en el siglo en el que viven el dinero lo ponen sus maridos) el abono para toda la temporada y allí las ves, con sus pieles, sus modelitos de Fin de Año... y su mala educación. Me da vergüenza ajena tener que pedir a alguien que se calle durante un concierto. Imagina cuando tienes que hacerlo varias veces.
Estas señoras -y lo que representan- son consideradas cultas. Mi punto de vista de hoy es, por tanto, el de un inculto voluntario.
No son sólo estas señoras. ¿Te han invitado alguna vez a la inauguración de una exposición? La media es de 15 minutos viendo las obras y después... al catering. Hambre de cultura, dicen. El lunes, si coincides con ellos en un bar los escucharás contar quién estaba en la inauguración, con quién iba... pero nada de arte ni del artista. Sigo queriendo ser inculto.
Una vez fui a cenar -bueno, hemos ido miles pero una en concreto- con Ismael. En la mesa que estaba más cercana una pareja hablaba para que los escuchásemos. Bueno, él, para ser más exactos. Para jactarse (mientras se 'jartaba') de nivel cultural en lugar del título, la temática o el autor del libro que se leía... decía cuántas páginas tenía. "Ahora me voy a leer uno de mil, por lo menos", decía mientras el cous-cous que estábamos comiendo se retorcía en mi estómago. Si eso es cultura olvidaré leer.
El fin de semana pasado tuve el ¿placer? de ir a una exposición de Miró en La Laguna. No, no me gustó. ¿Qué pasa? Acepto que ese tío es un crack con la misma actitud que acepto que El Canto del Loco hace música, es decir, sin creérmelo mucho. No pienso inclinarme si no me gusta y si para ser culto tengo que hacerlo... me pido inculto. Sin dudarlo. Tendrían que ver a los asistentes alabando su simplicidad, su acercamiento al surrealismo, su reducción de la paleta de colores como búsqueda de lo básico. A ver, señor, ¡que yo también tengo un tríptico que pone eso!
En fin, podría seguir pero no me da la gana. Ah, se me olvidaba. ¿A qué viene todo esto? Pues verán. Voy a intentar generar (en facebook, por mail... ya veré) una especie de boletín con 'cultura para incultos'. Cosas que haya visto y me atreva a sugerir sin pretender que estén de acuerdo conmigo, próximos estrenos... sin pretensiones, sólo por el placer de acercarse a las distintas manifestaciones de cultura, no para ser cultos. Para empezar... párate a mirar un rato a esa gente que hace malabares en los semáforos. Después me cuentas.