Secciones

martes, 6 de julio de 2010

Ahora que lo pienso... Goooooooool!

Fútbol es fútbol. El fútbol son once contra once. El partido termina cuando el árbitro pita el final... Ya había filósofos en el fútbol antes de Valdano.

Creo que el fútbol es la antítesis de la música. Si ésta amansa a las fieras, aquel saca el animal que todos llevamos dentro. Cuando pienso en los salarios que cobran los futbolistas imagino la pasta que están dejando de ingresar los psicólogos. Porque el fútbol no le interesa sino a Nuria Bermúdez. A los demás lo que les interesa es conducir o caminar una hora, hacer cola para aparcar, cola para entrar al estadio, cola en el bar, cola en el baño... y todo eso para estar noventa minutos cagándote en la 'puta madre' del árbitro, de tu equipo, de la estrella del equipo rival. Eso sí... te quedas relajadito.

A mí el fútbol me resulta tan atractivo como el Arte Contemporáneo y entiendo tanto como de Arte Contemporáneo. Ambas cosas me hacen sentir mal porque todo el mundo en este país entiende de fútbol. Bueno, de arte contemporáneo no entiende nadie (próximamente Ahora que lo pienso... el arte contemporáneo, ¿se ríen de mí?).

No estoy precisamente orgulloso de una sociedad en la que el primer regalo que haces a tu hijo es... ¡la camiseta de tu equipo! Acabas de nacer, aún no ves con nitidez, no te has adaptado al nuevo medio, para comer tienes que llorar, para que te cambien el pañal tienes que llorar, aún no puedes hablar, no entiendes lo que te dicen... pero ya tienes equipo!!! Ahí está ese padre sembrando la semilla del 'juliganismo' (hooligan) en el neonato: “con esa camiseta y los huevos que tiene seguro que me sale futbolista”.

La cosa no termina ahí. Cumple cuarenta años y sigue yendo al estadio a animar al equipo que decidió su padre... con la camiseta, su nombre serigrafiado, una bufanda, una trompeta (la trompa se la coge después con las cervezas)... Ese tío puede que sea pintor (de brocha gorda, no contemporáneo), electricista, economista y todas las cosas que terminen en 'ista'. Da igual. El fútbol es de las cosas más democráticas que existen: todos igualmente animales (con perdón de los animales).

Antes el fútbol enemistaba familias, amigos, separaba matrimonios... Ahora, con el tema mediático, la mujer se ha sumado al fútbol. Juegan (bueno, juegan una versión parecida), van a los estadios, a las puertas de los hoteles de concentración. Algunas, como Nuria Bermúdez, se lo toman como un trabajo y son tan serias que se llevan trabajo a la cama.

Sólo algo tan 'cavernícola' como el fútbol podría convertir en estrellas mediáticas a personas con tanta facilidad de palabra como Butragueño y Messi. Sólo el fútbol podría poner un micrófono en la boca a gente como Valdano (se rumorea que en 1987 lo invitaron a un karaoke y todavía no ha dejado el micrófono). Sólo el fútbol convertiría en hombre-tendencia a un tío como Guti.

Otra cosa curiosa del fútbol son los aficionados agrupados en peñas. Se hacen camisetas, recortan papelitos para el principio del partido, se aprenden canciones que cantan durante el partido... se lo curran. Después, en su casa, la mujer les pide que cambien un enchufe y se descojonan. No compran un regalo jamás porque hay crisis... pero se gastan mil euros en el abono para ver a su equipo. Son tíos, con una edad media de cuarenta años, que creen que es divertido estar hora y media gritando: 'Guti, Guti, Guti maricóooooon...' o 'Lopera vete yaaaaaa' o, mejor, 'Campeoooones, campeooooones, oé, oé, oé...' aunque su equipo no gane nada.

Los himnos son tema aparte. Me gusta el del Barça porque es interactivo. Aunque no sepas catalán puedes dar las tres palmaditas con entusiasmo y, al final, gritar: 'Barça. Barça, Baaaaaaaarça'. Después está el del Madrid. No les gustaba el viejo y ficharon a Plácido Domingo. Espectacular. Pero a ver, de los ochenta mil que van al Bernabéu, ¿cuántos son tenores? Eso no hay quien lo cante. El Sevilla hizo uno divertido, lo canta el Arrebato. Tiene sentido. Y el Atlético de Madrid fichó a Sabina que, con dos cojones, escribió: 'qué manera de perder...' [sic]. Me descubro ante ese tío.

Pero no todo es malo en el fútbol. Gracias a Ronaldo (el otro) hemos aprendido a celebrar un cumpleaños como Dios manda: con sus bebidas, sus putas y sus travestis. Ya está bien de sandwiches cortados en triángulo y Mirinda de litro y medio.
Gracias al fútbol aprendemos geografía. De qué si no iba a saber yo dónde coño está Linchestein, Leinchest... de qué si no iba a saber yo dónde coño está Croacia (si todavía digo Yogoslavia).
Otra cosa buena del fútbol es el merchandising: la vajilla del Barça, el edredón del Real Madrid, las cortinas del Tenerife, la mesa de noche del Valencia... mi casa parece el museo del fútbol. Hasta me he comprado una muñeca hinchable igualita que Nuria Bermúdez.

¿Ves? Se puede hablar de fútbol sin nombrar a Cristiano Ronaldo. Coño, la cagué al final.
En fin, no me extiendo más que me voy a ver el partido.

lunes, 5 de julio de 2010

¡Oh, Capitán, mi Capitán! Invisible a tu mirada.

Hola. Soy uno de tantos objetos invisibles a tu mirada. Me ves cada día... o casi. Bueno, me tienes frente a tus ojos pero no me ves. Miras el mundo a través de mí pero no a mí, nunca a mí. Sólo si doy problemas existo.
¿Alguna vez podrías mirarme, tan solo un segundo, y sonreír?
Yo te veo cada día... o casi. Veo si tienes mala cara, sé si has dormido bien, si te costó aparcar, si tienes un mal día en el trabajo... y hago mi trabajo: te permito mirar al mundo confiando en que un día me mires y me des una sonrisa. Pido poco. Eso me haría dejar de sentirme herramienta, objeto...
¿Te has parado a pensar que quizás no sólo yo sea invisible para ti? Quizás otros 'iguales' te resulten prescindibles. Quizás unos pocos que cada día se crucen en tu camino y sólo esperen de ti eso: una sonrisa.
Un beso: el monitor de tu ordenador.
P.S.: Dice la ventana que también a ella le haces lo mismo. Por eso sospeché que las cosas transparentes (difíciles de ver) son aquellas en las que más hay que reparar.

Un tropiezo...

¿Has tropezado con este blog? Bienvenid@. Guárdalo. En tus favoritos, en tu corazón... pero pasa de cuando en cuando. Aquí siempre hay lugar para quien quiera estar. Una vez tropecé con una persona y se convirtió en alguien imborrable en mi vida. Antes tropecé con cosas que también quise conservar.
Como verás, al menos para mí, el tropiezo no es una experiencia negativa. No.
Tropieza con Ahora que lo pienso... cada vez que quieras.